jueves, 16 de junio de 2011

Cometen robo frente a módulo de Policía Metropolitana de San Bernardino

La zona carece por ahora de un cuerpo de seguridad

Jesús Escobar, Sargento encargado de Servicios de este
módulo, relató que el jueves pasado, 2 de junio, tuvo lugar un robo
armado en la acera que se encuentra frente al edificio de la PM;
pero este organismo policial está siendo absorbido por la nueva
Policía Nacional Bolivariana, y se les han confiscado
todas las armas y unidades de transporte terrestre, además de la
autoridad para actuar en la parroquia San Bernardino.

          Desde la creación de la Policía Nacional y la revocación de la autoridad de la Metropolitana, los funcionarios de este organismo policial no han hecho más que esperar su jubilación (si tienen suficiente tiempo en la institución) o su transferencia a otro cuerpo de seguridad: de los ministerios, de cárceles, en Seguridad Interna. Mientras tanto, la parroquia San Bernardino carece por ahora de un cuerpo de seguridad fijo que vele por la seguridad de sus habitantes.

          La PM fue desmantelada por el Ejecutivo alegando la gran corrupción que existía dentro de este cuerpo policial, pero como observó el sargento Escobar, dicha corrupción en primer lugar existe en todos los organismos públicos y de seguridad del país; y en segundo lugar, opina que la Policía Metropolitana había llegado a ser patrimonio nacional, de modo que podían haberse tomado otras medidas menos radicales. Explicó que gran parte de la responsabilidad por la corrupción la tuvo el departamento de Recursos Humanos, el cual contrató a personas con antecedentes penales y/o basándose en relaciones de parentesco o “amiguismos”.

          Los funcionarios que no han sido jubilados o transferidos siguen recibiendo su sueldo, pero la última quincena, además de ser más baja de lo que debería ser, llegó con un retraso importante que demuestra, como dijo Escobar, “que no nos valoran”. 

          Mientras tanto, siguen inoperativos tanto jurídica como materialmente, la seguridad de los habitantes de San Bernardino está bajo un cada vez mayor riesgo.
Sara Pignatiello

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